Madras Times - Agotados y mal equipados, los soldados ucranianos se enfrentan a un alud de drones rusos

Agotados y mal equipados, los soldados ucranianos se enfrentan a un alud de drones rusos
Agotados y mal equipados, los soldados ucranianos se enfrentan a un alud de drones rusos / Foto: Roman PILIPEY - AFP

Agotados y mal equipados, los soldados ucranianos se enfrentan a un alud de drones rusos

Un zumbido amenazante resuena en el cielo nocturno del este de Ucrania. Se oyen explosiones, los destellos iluminan los campos de girasoles y el olor a pólvora envenena el aire.

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"¡Allí! ¡A tres kilómetros!", grita un militar ucraniano de una unidad de defensa antiaérea equipada con armas de la época soviética y encargada de interceptar drones rusos antes de que alcancen ciudades y pueblos ucranianos.

Los drones de largo alcance, diseñados originalmente por Irán pero mejorados por Rusia, han causado estragos en Ucrania desde los primeros meses de la invasión lanzada por el Kremlin a comienzos de 2022.

Moscú se jacta de producir a escala industrial estas armas baratas y la televisión estatal incluso mostró lo que denomina la mayor fábrica de drones del mundo.

Esas imágenes mostraban la fabricación de cientos de Geran (geranios en ruso), drones de color negro azabache y de forma triangular.

La noche de julio en la que AFP puedo viajar junto a una unidad de defensa antiaérea en la región de Dnipropetrovsk, en el este, Rusia lanzó 344 drones, aunque su mayor ofensiva hasta la fecha ha superado los 700.

"Esta noche está podrida, igual que la anterior", dice Vasyl, un militar de la unidad antiaérea, mirando un radar.

Los Geran, cada vez más sofisticados, vuelan a gran altitud y son capaces de cambiar de rumbo en pleno trayecto, pero la unidad de Vasyl solo tiene armas antiguas de corto alcance.

"Vuelan de forma caótica e imprevisible. Cada vez es más difícil destruirlos", dice a AFP este hombre de 49 años.

Oleksandr, otro militar encargado de defender el espacio aéreo cerca de la ciudad de Pavlograd, observa detenidamente un radar en el que aparecen cientos de puntos rojos.

"No podemos hacer nada. No es nuestra zona", dice sobre los drones que se aproximan.

Su hija de 20 años, que vive en Pavlograd, no responde al teléfono, cuenta a AFP mientras enciende un cigarrillo.

"Pero ya se lo había advertido", explica Oleksandr. Como los demás protagonistas de este reportaje, se identifica únicamente con su nombre de pila o su apodo militar, siguiendo el protocolo castrense.

De pronto retumba una explosión, el horizonte se tiñe de rojo y apareced una columna de humo en el cielo.

- Hombres y armas modernas -

El presidente Volodimir Zelenski ha conseguido que sus aliados le proporcionen varias baterías del sistema de defensa antiañereo Patriot desde el inicio de la invasión y está solicitando financiación para diez sistemas más.

Pero estos sistemas sofisticados están reservados para repeler ataques con misiles rusos contra objetivos prioritarios y grandes ciudades.

Ucrania está intentando desplegar drones interceptores baratos para sustituir a unidades como la de Vasyl. El presidente Zelenski ha encargado a los fabricantes la producción de hasta mil al día.

"Lo que necesita Ucrania para defender su espacio aéreo son personas y armas modernas", dice Vasyl a AFP.

Los militares duermen muy poco —dos horas de media, cuatro en una buena noche y tal vez una más entre oleadas de drones—, apunta Vasyl.

Un militar de otra unidad antiaérea en la región de Donetsk (este), que se hace llamar Lobo, cuenta a AFP que ya tiene problemas para dormir tras haber participado en los combates en el este de Ucrania.

Belyi, que trabaja junto a Lobo, fue asignado a esta unidad tras sufrir una conmoción cerebral y perder parte de una mano por el estallido de un proyectil mientras combatía en el este de Ucrania.

Antes de la invasión rusa, ambos trabajaban como mineros en el este. Los drones rusos amenazan ahora a sus familias en la ciudad de Kryvyi Rig.

Ninguno ha recibido permiso para visitar su hogar en más de dos años y trabajan sin descanso, las veinticuatro horas del día, siete días a la semana.

De vuelta a Pavlograd, el amanecer muestra las ojeras de los soldados, pero en el horizonte vuelve a escucharse el zumbido de una nueva oleada de drones.

Otro dron del arsenal ruso es el Gerbera, que en su origen era un señuelo no armado para saturar los sistemas de defensa aérea, pero que ahora ha sido equipado con cámaras y tiene como objetivo al equipo de Vasyl.

"Sólo los tontos no tienen miedo", dice, y muestra en su teléfono la foto de sus dos hijos que ahora viven en Kiev, la capital. "Estoy aquí por ellos".

D.Mehra--MT